lunes, 29 de noviembre de 2010

Pensar en el futuro financiero desde jóvenes nos puede llevar al éxito.

Cuando se es joven, muchas veces se deja del lado la planeación para el futuro, en especial cuando tiene que ver con las finanzas. Al tener el primer trabajo y comenzar a ganar dinero por nosotros mismos puede suceder que comencemos a emplearlo en satisfacer gustos que siempre quisimos cumplir como comprar o cambiar de auto, remodelar nuestro guardarropa, salir de vacaciones, divertirnos con amigos, etcétera. Al ser jóvenes es frecuente no pensar en lo que sucederá a largo o incluso a mediano plazo.
Sin embargo, planificar el futuro financiero es una estrategia vital que marcará de manera muy importante nuestro desempeño en los años por venir.
Pensar en el futuro puede resultar por momentos estresante o angustiante puesto que nadie puede predecir exactamente qué va a ocurrir en ningún aspecto de la vida. Nadie sabe cuántos años vivirá y nadie puede tener certeza absoluta sobre dónde y con quién pasará los siguientes años de su vida. No obstante, reflexionar sobre estos temas no debe ser un tema a evadir sino a enfrentar para sentirnos más seguros.



La importancia del ahorro
Ahorrar una parte del dinero que percibimos en el trabajo es un paso fundamental para tener unas finanzas sanas en el presente y a futuro. Si sigues viviendo con tus padres y no tienes que pagar renta y gastos de ese tipo, es una oportunidad única que te presenta la vida para ahorrar al máximo. Por supuesto todos queremos divertirnos y disfrutar el dinero que tanto trabajo nos ha costado ganar a lo largo del mes, pero conviene tener en mente que lo que no ahorremos hoy, nos hará falta mañana.
Abrir una cuenta de ahorro puede ser uno de las primeras acciones a emprender como parte de los festejos del primer sueldo, o del primer año de trabajo, o del primer aumento. Ahorrar e invertir lo ahorrado son regalos para la vida. Nunca se sabe cuándo será necesario.
Si acabas de independizarte de tus padres y debes pagar una renta y tienes una serie de compromisos financieros que no te permiten ahorrar, puedes considerar compartir tu casa (y los gastos que ella implica) con un amigo o familiar de mucha confianza. De esa forma, será factible poder reservar una cantidad mensual para el ahorro.


Forjar un patrimonio
El ahorro es el primer paso para poder emprender proyectos más grandes con miras al futuro. Aunque a veces cuesta trabajo ver qué haremos más allá del próximo fin de semana o las siguientes vacaciones, conviene comenzar a pensar en construir un patrimonio sólido.
Una buena inversión, que muchos jóvenes descartan de su lista de posibilidades por considerarla imposible o incluso innecesaria es la adquisición de bienes raíces.
Quizá parezca imposible pensar en comprar un departamento o un local comercial cuando nuestro sueldo mensual no pasa de los $20,000 pesos; sin embargo, los adultos jóvenes pueden ser buenos candidatos para financiamientos y créditos hipotecarios.
Así pues, no hay que descartar la posibilidad de adquirir una propiedad a temprana edad, incluso si no tenemos planes de vivir en ella aún, o de tener una familia. Los bienes raíces son inversiones muy estables que tienden a incrementar su valor con el paso del tiempo. Hay que recordar que pagar una renta es, de cierto modo, tirar el dinero, mientras que abonar dinero a una hipoteca es como pagar la renta para que al cabo de unos años, la propiedad sea nuestra por completo.





Aprender para crecer
Una frase de Benjamín Franklin que se ha popularizado al grado de ser casi un proverbio dice: "Vacía tus bolsillos para llenar tu cerebro, que después tu cerebro llenará tus bolsillo".
En unas cuantas palabras, la oración resume una verdad que es de especial relevancia en el momento en que nos encontramos. La globalización actual, entre otras cosas, genera un alto grado de competitividad a nivel mundial. En la mayoría de los casos no basta con terminar una licenciatura para poder aspirar a un buen trabajo y, aunque la educación académica tampoco es garantía para el éxito, las probabilidades de alcanzarlo se elevan con cada grado académico escalado.
Estudiar un posgrado es una buena idea en muchos sentidos.
  • En primer lugar, la preparación especializada eleva nuestro nivel de competitividad.
  • Además, nos mantiene siempre actualizados.
  • Mantener nuestro cerebro activo nos permite conservar nuestra capacidad intelectual sin que se deteriore por la rutina del trabajo y la vida diaria.
  • Finalmente, si estamos desempleados, estudiar puede ser una buena manera de no desperdiciar el tiempo.
Conviene aclarar que estudiar no implica sólo inscribirse en una maestría o doctorado; se puede estudiar un curso rápido, un diplomado, aprender idiomas o incluso alguna cuestión técnica que nos interese


 

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